sábado, 3 de enero de 2009

Desde la orilla sur del Mediterráneo, tejer una red para construir la autonomía y la libertad de las mujeres * (1ª Parte)

María Dolores Nieto Nieto

1.- Andalucía. Una mirada desde las mujeres

Desde la perspectiva de las mujeres en Andalucía la situación se ha caracterizado por la incorporación al mercado de trabajo cimentada sobre todo en elevadas tasas de paro, en la difusión de empleos atípicos, del trabajo irregular, el contrato a tiempo parcial, y la economía sumergida. Por cada 100 contratos a tiempo parcial que se hacen a los hombres, 150 corresponde a mujeres. En cambio por cada 100 contratos indefinidos realizados a la población masculina ocupada, sólo se hacen 55 a mujeres. Estas condiciones nítidas de precariedad no han supuesto igualdad de condiciones, sino que ha contribuido al endurecimiento de la división sexual de trabajo y de las diferencias saláriales entre sexos. Durante 2005 la ganancia anual media de la población femenina ocupada fue de 10.711,8 €, mientras que la de hombres fue de 16.437,68 €. Características que por otra parte acompañan la feminización el mercado de trabajo en España y la mayor parte de Europa, pero que en Andalucía presenta una especificidad que introduce diferencias importantes.

La tasa de actividad femenina es considerablemente más baja que en otras áreas geográfica. Esto además de evitar una mayor presión sobre el mercado de trabajo, es un reflejo de las importantes desigualdades geográficas y de género. Un modelo de desarrollo que ha incorporado masivamente a las mujeres a un mercado laboral de la precarización, trabajo temporal y economía sumergida, realizando trabajos con bajos salarios y constituyen los rostros mayoritarios de la pobreza y la exclusión. Las mujeres trabajadoras andaluzas siguen teniendo 7 años de vida media inferior a la conseguida en las regiones más ricas. Especialmente ilustrativos sobre esas diferencias son los índices sobre Desarrollo Humano (Indicadores de esperanza de vida, renta, empleo, salud, educación, etc.) que mantienen a Andalucía a la cola de España y de Europa. Mientras los valores del IDH (Índices de Desarrollo Humano) en el conjunto del Estado español estarían en 0,918, el de Andalucía no supera el 0,903, y la diferencia con la comunidad con mayor indicador es de 0,903 a 0,933. Si a estos indicadores tradicionales de desarrollo se incorpora una perspectiva de género (Índice de Desarrollo Humano, con variables de género) las desigualdades se agudizan: IDG de Andalucía 0,823, España 0,860, Madrid 0,881 (que es la comunidad con mayores indicadores de desarrollo evaluados desde una perspectiva de género).

Por otro lado la progresiva incorporación de las mujeres al mercado del trabajo no ha supuesto cambios significativos, en cuanto al trabajo doméstico. Las mujeres continúan ocupándose de las personas dependientes y de buena parte de las tareas domésticas, entre otras cosas, porque le otorgan el valor que la sociedad patriarcal capitalista nunca le ha reconocido

2- Cambios, transformaciones, retrocesos y nuevas formas de explotación

El debate sobres los proyectos legislativos aprobados en los últimos años en relación con las mujeres y el horizonte de la igualdad formal, de alguna manera ha capitalizado la agenda política y social durante los últimos años en Andalucía y en el conjunto del Estado. No se trata aquí de cuestionar los avances en el terreno legislativo que han supuesto, ni tampoco la pertinencia de las leyes a las que ha dado lugar, tanto en el ámbito autonómico como estatal. Al menos en aquello que de reconocimiento tienen de necesidades largamente señaladas por las mujeres. Justo es reconocer además, que en algunos aspectos como el referido a participación y representación política, estas leyes establecen estándares mucho mas allá del que las direcciones de algunas organizaciones de izquierda han estado nunca dispuestas a realizar. Se trataría mas bien de señalar los fuertes límites que establecen en la práctica un contexto de precarización de la vida y del trabajo así como las contradicciones entre la lógica del beneficio que marca el capitalismo y la lógica del cuidado de quiénes asumen la responsabilidad en la sostenibilidad de la vida. La cuestión de las mujeres no es producto de una avería en el funcionamiento del sistema, es más bien uno de los pilares sobre los que se han ido construyendo los procesos de acumulación por desposesión del proyecto capitalista.

Por un lado, el horizonte de la “conciliación entre vida laboral y familiar”, siempre resultó insuficiente para quienes lo analizaban desde la contradicción entre lógica del cuidado y lógica del beneficio, dos lógicas tan contradictorias que resultan difícilmente conciliables, y advertían que era necesario invertir el centro y redefinir prioridades en la organización social. Ya, desde esta misma perspectiva, fueron las mujeres las primeras en señalar los déficit de la vieja conquista obrera de la jornada laboral de 48 horas, que excluía el tiempo necesario para la reproducción. Sin embargo lejos de avanzar en esa perspectiva hoy asistimos al debate sobre la ampliación de la jornada laboral a 65 horas. Por otra parte, los cambios en el estado del bienestar, el crecimiento de la inseguridad de las relaciones laborales, los niveles de pobreza, la progresiva erosión de derechos laborales, el desempleo, el cuestionamiento con renovadas fuerza del derecho de las mujeres a la autodeterminación y la responsabilidad con respecto al propio cuerpo. Todo esto mina de raíz la libertad y las posibilidades de la autonomía femenina

La valoración positiva que nos merece el incremento de la presencia de mujeres en los gobierno, andaluz y estatal, no puede dejarnos obviar aspectos cualitativos importantes, como que la toma de posesión de la primera Ministra de Defensa de la historia, dejó en segundo plano el anuncio en los mismos días, del previsible incremento de los gastos militares de España para insertarse en un nuevo relanzamiento de la carrera de armamentos en Europa. O que la composición paritaria de los gobiernos, se ha utilizado para velar el claro giro a la derecha en política social y económica, con sus repercusiones desfavorables para muchas. Una política que anuncia incrementos de gastos militares al tiempo que recortan el gasto público tiene como consecuencia, el incremento del trabajo gratuito de las mujeres en el marco familiar. Sin olvidar que la mano de obra femenina juega un papel estratégico en el proceso de liberalización económica. Crecen las oportunidades de empleo pero muy frecuentemente bajo condiciones del siglo XIX. La participación de las mujeres en el mercado de trabajo aumenta pero las condiciones bajo las cuales se insertan en ese mercado son cada vez más precarias. En ocasiones la creciente feminización de determinados sectores productivos, refleja el papel central que adquiere el trabajo barato y precario de las mujeres inmigrantes en las cadenas de producción global, incrementando la competitividad en los mercados a consta del retroceso de los derechos laborales y sociales. En otras ocasiones un número importante de mujeres ha accedido al trabajo remunerado y a una cota de derechos y libertades, pero al coste de los de derechos de otras mujeres.

La libertad femenina, para ser una cuestión colectiva y no sólo experiencia individual de unas pocas, requiere un conjunto de condiciones materiales que el capitalismo globalizado y las políticas neoliberales han puesto en retroceso, o sólo garantiza para una minoría de mujeres en unos pocos lugares del planeta, al precio de nuevas formas de explotación, violencias y esclavitudes globales en el resto

Necesitamos un feminismo que se articule críticamente contra la guerra, el militarismo, la feminización de la pobreza, la precariedad y la exclusión social. Un feminismo ecologista, como proyecto ético y político, que planteé alternativas a la crisis de valores de la sociedad consumista e individualista

* Extracto del documento: Tesis para el debate: Andalucía, el Mediterraneo y Europa.

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