martes, 29 de septiembre de 2009

Centro de Creación Contemporánea





La arquitectura se nutre constantemente de imágenes ocultas en nuestra memoria, ideas que en algún instante se tornan nítidas y claras e indican inesperadamente el inicio de un proyecto. Tal vez por ello el eco de la cultura hispano-musulmana latente aún en Córdoba haya supuesto inconscientemente algo más que una nota al margen en nuestra propuesta.

Frente a la homogeneidad que la civilización globalizada parece imponer en todos los ámbitos, el Espacio de Arte Contemporáneo aspira a interpretar una occidentalidad diferente, superando el tópico de esta expresión a menudo empleada.

Siempre nos ha admirado la sencillez de las ocultas leyes geométricas por medio de las que aquellos artistas, artesanos y alarifes de un remoto pasado cordobés eran capaces de generar el espacio múltiple e isótropo de la Mezquita, el complejo faceteado de bóvedas y mocárabes, las permutaciones de los motivos ornamentales de celosías, pavimentos y atauriques, o bien las reglas y ritmos narrativos implícitos en los poemas y cuentos de la tradición islámica.

La fachada al río, verdadera máscara protagonista del edificio hacia el exterior, se concibe como una pantalla perforada por múltiples huecos circulares tras los que se alojan lámparas monocromáticas tipo LED en colores rojo, verde y azul. Por medio de un programa informático, señales de video generarán imágenes, textos o colores que encontrarán su reflejo en la lámina de agua del río y permitirán instalaciones específicamente concebidas para el lugar. Durante el día, la luz natural se filtrará a través de las perforaciones, e inundará tamizada la calle interior cubierta.

En el Espacio de Arte Contemporáneo confluirán artistas, visitantes, expertos, investigadores, curiosos, como en un contemporáneo zoco cultural, sin jerarquías espaciales evidentes. Será un centro para la creación artística que vinculará estrechamente el espacio arquitectónico con el arte y con el público: un laboratorio abierto donde la arquitectura pretende provocar también nuevos modos de expresión.

Algunas de las más recientes propuestas ligadas a las últimas tecnologías parecen alejarse cada vez más de la materialidad para sumergirse en una virtualidad desconectada de un lugar concreto, pero tal vez por ello, disintiendo de esa interpretación -ya un lugar común- estamos convencidos de que el propio edificio, el río Guadalquivir, el presente y el pasado de Córdoba, no serán solo una circunstancia casual sino -como también lo han sido para nosotros- el origen de un diálogo, una coincidencia, o quizá de un rechazo. ¿Pues, no son estos también sentimientos que subyacen en la búsqueda de toda expresión artística?

Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano

Texto extraido de http://www.nietosobejano.com/

jueves, 24 de septiembre de 2009

Al grano



En una exposición reciente sobre Francis Bacon en el Museo del Prado, podía verse una entrevista realizada por la BBC en la cual el pintor se preguntaba por qué ser directa es casi siempre ofensivo. La conclusión a la que llegaba era que la realidad, o la verdad, resultaba en muchos casos dolorosa y que la gente prefería vivir sin enfrentarse a ella.

Parece que Occidente ha olvidado expresarse sin rodeos, ser directos, ir al grano. Tiende a huir de las palabras que desnudan los sentimientos y que evitan las distancias generadas por el pensamiento, la cultura, los prejuicios, las convenciones o las excesivas precauciones. En esta actitud habrá razones históricas, sociales, culturales, etc. pero aún así, yo creo que ser o mostrarse directo es la mejor manera de presentar la realidad y, con ello, perseguir la autenticidad, un buen argumento para fundamentar toda una vida.

Llevando esta reflexión al mundo de la arquitectura, diría que la más interesante es aquella que muestra los materiales y las estructuras en toda su crudeza y sencillez, generando espacios vacíos, limpios y proporcionados con la naturaleza. Una arquitectura directa y expuesta, construida con los elementos más próximos de su entorno, y que refleje la esencia de nuestro habitar, nuestros rituales diarios, nuestra relación con el mundo que nos rodea.

Por ello, la arquitectura de los pueblos o de las tribus nómadas es emocionante, aunque esté construida con cuatro palos clavados en la tierra que atirantan un cerramiento compuesto de una mezcla de barro y bosta. Porque es una arquitectura sin veladuras, que va al grano. Auténtica y sin miedo a ofender.

Nairobi, marzo, 2008

Alberto Morell Sixto.

Texto extraido de "La estructura de la estructura". U.D. Alberto Campo Baeza
ETSAM, UPM.