La arquitectura se nutre constantemente de imágenes ocultas en nuestra memoria, ideas que en algún instante se tornan nítidas y claras e indican inesperadamente el inicio de un proyecto. Tal vez por ello el eco de la cultura hispano-musulmana latente aún en Córdoba haya supuesto inconscientemente algo más que una nota al margen en nuestra propuesta.
Frente a la homogeneidad que la civilización globalizada parece imponer en todos los ámbitos, el Espacio de Arte Contemporáneo aspira a interpretar una occidentalidad diferente, superando el tópico de esta expresión a menudo empleada.
Siempre nos ha admirado la sencillez de las ocultas leyes geométricas por medio de las que aquellos artistas, artesanos y alarifes de un remoto pasado cordobés eran capaces de generar el espacio múltiple e isótropo de la Mezquita, el complejo faceteado de bóvedas y mocárabes, las permutaciones de los motivos ornamentales de celosías, pavimentos y atauriques, o bien las reglas y ritmos narrativos implícitos en los poemas y cuentos de la tradición islámica.
La fachada al río, verdadera máscara protagonista del edificio hacia el exterior, se concibe como una pantalla perforada por múltiples huecos circulares tras los que se alojan lámparas monocromáticas tipo LED en colores rojo, verde y azul. Por medio de un programa informático, señales de video generarán imágenes, textos o colores que encontrarán su reflejo en la lámina de agua del río y permitirán instalaciones específicamente concebidas para el lugar. Durante el día, la luz natural se filtrará a través de las perforaciones, e inundará tamizada la calle interior cubierta.
En el Espacio de Arte Contemporáneo confluirán artistas, visitantes, expertos, investigadores, curiosos, como en un contemporáneo zoco cultural, sin jerarquías espaciales evidentes. Será un centro para la creación artística que vinculará estrechamente el espacio arquitectónico con el arte y con el público: un laboratorio abierto donde la arquitectura pretende provocar también nuevos modos de expresión.
Algunas de las más recientes propuestas ligadas a las últimas tecnologías parecen alejarse cada vez más de la materialidad para sumergirse en una virtualidad desconectada de un lugar concreto, pero tal vez por ello, disintiendo de esa interpretación -ya un lugar común- estamos convencidos de que el propio edificio, el río Guadalquivir, el presente y el pasado de Córdoba, no serán solo una circunstancia casual sino -como también lo han sido para nosotros- el origen de un diálogo, una coincidencia, o quizá de un rechazo. ¿Pues, no son estos también sentimientos que subyacen en la búsqueda de toda expresión artística?
Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano
Texto extraido de http://www.nietosobejano.com/